Disparos de tómbola

 Al principio, sin cuidado,
como los niños se atreven
a pronunciar sus primeras palabras.
Sin entender de formas que limiten
los sonidos en el aire. Sin dejar
manchas a medias.

La inocencia no ensucia.

Pero yo, con mi intención vanidosa
me excedo en las apariencias.

Anhelo el velo transparente
previo a la estricta ciencia de saber
que por mucho que lo intentes
aún te sujetan tus pies.

Los listos no saben aprender.

Sueño que no me acuerdo
y me tambaleo al borde del pozo.
Desearía no haber hablado tanto
y haber bebido un poco menos.
El pensamiento es puro acto
en boca de niños y ebrios.

El verano no dura demasiado.

Un breve gesto entre la arcada y
el orgasmo, que despierte ganas,
asco, algo más que ausencia
en los asistentes de esta misa piadosa
mientras esperan a ser perdonados
por los pecados que no confiesan.

Los errores que no he cometido también son míos.

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Nº 23