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Cuando decías que tú problema es el resto de la gente... Creo que me pasa lo contrario. Mi problema soy yo. Soy mi peor amiga y mi mejor enemiga. Soy mi puta madre y su abuela, y soy hasta mi hija. De mi descienden brazos y piernas para llevarme a donde quisiera. De mí y para mí me alimento. Me relamo en el sabor agrio del pasado dulce, aunque no debería seguir desgastando mi lengua en agujeros vacíos. Así me mato de hambre y solo consigo comer cuando me despisto pensando en aviones. Pero acabo vomitando, no sé si llamarlo enfermedad o vicio. Me salto la dieta pa estar con mi novio y me mete los dedos en la boca porque aún me ve con hambre. Qué hermosa manera de engañar a las tripas. Por un momento pensaron que el hambre en el mundo se acabaría con más amor. Pero alguien antes pensó que el amor se acabaría con más hambre. No acabará nunca, nada más al final. Es orgánico, un proceso de supervivencia, el tener hambre. Pero comer ¡Qué gran trabajo! Y el hambre, inevitable. 

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Nº 23